la reforma constitucional: estado Cooperativo: Introducción (1)


Mientras la Europa continental postcrisis afianza el nacionalismo como respuesta, es interesante ver que ocurre en otras tradiciones como la anglosajona. Personalmente sigo de cerca entre otras cosas, la web de Next System,que reflexiona sobre salidas al postcapitalismo. Entre las entradas, el pasado septiembre aparecía esta, bastante larga, que en resumen explora la posibilidad de introducir cambios constitucionales. Como es tan larga, iré poniendo varios post comentados. Este correspondería a la introducción.


Entiende su autor que la izquierda tradicional siempre se ha dividido entre quienes intentaban obtener beneficios materiales para el trabajador, sin alterar el sistema y quienes pretendían derrocar el sistema. Pero hay más opciones que la simple dicotomía entre redistribución y revolución. Y es necesario salir de esta autolimitacion, para empezar a presentar argumentos destinados no a paliar los efectos sino a combatir las causas. Esto hace necesario repensar cuestiones abandonadas por la izquierda en aras de una supuesta tercera vía o de un supuesto pragmatismo. Por ejemplo el discurso sobre la libertad hasta hace poco se ha dejado en manos neoliberales (y su definición de libertad=ausencia de restricciones a la voluntad), haciendo que sea habitual en la clase trabajadora, por ejemplo, oír razonamientos que ven en la prostitución, o en hacer horas extras no remuneradas ejercicios de libertad.

No sólo basta con retomar estas cuestiones de fondo, sino también de tener cierta «imaginación constitucional» porque "es muy poco probable que los intentos de establecer un sistema económico cooperativo e igualitario, sin cambios profundos en la estructura del estado, puedan tener algún éxito". Esto implica tomar primero conciencia de ciertas cuestiones, como que la arquitectura estatal, por ejemplo, entrega el control cotidiano de la creación y distribución del dinero (y, por ende, la distribución de la demanda efectiva) a instituciones privilegiadas del sector privado o por ejemplo, que las inversiones públicas se conviertan rutinariamente en el centro del beneficio del sector privado. Esto explica que la demanda de bienes de lujo se vuelve cada vez más feroz mientras que la mayoría de las personas experimenta un estancamiento o disminución en sus niveles de vida. Gran parte de lo que llamamos “la economía” se compone en realidad de pseudo mercados en los que el estado confiere poderes coercitivos a sus socios favorecidos.

Mantener este sistema es posible gracias al sistema de medios de comunicación y opinión pública (como las tertulias espectáculo) que excluye al pueblo como sujeto capaz de descubrir y refinar sus opiniones. No es sorprendente la tentación que tienen tanto algunos políticos y dueños de los medios/opinadores para confabularse, ni que esta tentación sea casi irresistible. Ambos lados toleran la presunción y la hipocresía del otro como el precio que pagan por su propia preeminencia.

Debemos tomarnos en serio las consecuencias materiales de las estructuras estatales, así como y del discurso -y del silencio- que las rodea. Necesitamos diseñar instituciones que establezcan un control y supervisión democrático sobre el Estado. En este sentido es vital comprender la importancia de la publicidad y transparencia en relación al crédito, a la propiedad y al sistema de medios de comunicación /formación de opinión pública.

Un programa para democratizar el estado, para que sea más comprensible y más sensible a los electores populares, hará que la izquierda sea más atractiva desde el punto de vista electoral, especialmente a medida que se aclaran las consecuencias materiales de dicho programa.

En ausencia de un programa constitucional, los socialdemócratas podemos parecer aristócratas bien intencionados, que buscan utilizar la forma estatal existente como instrumento de elevación para las masas. O bien proponen beneficios universales que, en los principales circuitos de comunicación, serán presentados como una amenaza para el dinamismo del sector privado, o ofrecen políticas dirigidas a los más vulnerables que prometen poco en el camino del beneficio inmediato a la masa de población.

Las estructuras estatales determinan cómo se crean los bienes y el dinero como hechos sociales,  cómo se distribuye el conocimiento sobre estos y otros asuntos relacionados, y por tanto quién ejerce el poder y acumula riqueza. Sólo un nuevo modelo de estado permitirá a la izquierda cumplir plenamente sus promesas de mejorar las condiciones materiales para la mayoría. El estado preside ahora un régimen de opinión pública, crédito y propiedad radicalmente diferente al contemplado en la Convención de Filadelfia. Estos tres elementos deben volver a estar bajo la supervisión y el control final de la gente si queremos cumplir con nuestras ambiciones de vivir en una democracia



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