¿Por qué no soy nacionalista? (II) de dónde viene todo esto


En el anterior post, intentábamos definir qué es el nacionalismo, básicamente por que para estar en contra de algo, hay que saber qué es ese algo. Pero no basta con saber qué es, es necesario comprender el fenómeno, y la perspectiva histórica de la ideología -que no del terruño. Para saber de dónde vienen las cosas, es una forma perfecta de entender cómo se ha llegado a lo que está pasando en lugares como en Cataluña. Ya os aviso que hay que dar una pequeña vuelta!. No veréis nada respecto a la historia en concreto de Cataluña en este post, por la sencilla razón que es, en realidad, irrelevante: el nacionalismo presenta patrones coincidentes, y como ya insinué en el anterior, allá dónde los hechos no dan la razón, nos los inventamos, así que nos podemos ahorrar a Wilfredo el Velloso. 
 

Religión, autoridad y tradición. La necesidad de la sanción religiosa.

Partamos de que nuestra tradición política proviene del encuentro entre la civilización Romana y el Cristianismo. En la tradición romana, la organización política se orbitaba entre los conceptos de de Autoridad, Tradición y Religión. De nuevo, con mucho trazo gordo, la Autoridad -auctoritas- romana estaba en el Senado -de senex, los ancianos- en tanto representaba a las familias “patricias” (de pater, que eran los descendientes de las familias fundadoras) y venía a ser una función tutelar, al ser un saber -moral- socialmente reconocido. El poder -potestas- estaba en los cónsules (administración y del ejército) y prétores (funciones judiciales). Los conflictos entre auctoritas y potestas, entre senado y emperador, son constantes. Los ciudadanos (una parte de los habitantes), por su parte, forman parte del pueblo romano al estar, y por estar, sometidos al mismo derecho y a la misma tradición.  El programa político romano trataba de salvaguardar la traditio -la esencia romana- por la vía de expansión territorial. Para ellos con cada fundación, con cada nueva ciudad se fortalecía la Roma eterna al ser las nuevas ciudades, nuevas “Roma”, de igual manera que Roma habría sido fundada por Eneas (así, en la Eneida, Virgilio muestra Roma como una continuación de Troya, igual que Tito Livio). El estandarte SPQR al frente de las legiones tenía este sentido ya elque anunciaba la llegada del senado y el pueblo de Roma. A los romanos, al contrario que los griegos ( ej paradoja del barco de Teseo el río de Heráclito), les costaba aceptar el concepto de cambio permanente. Necesitaban ser parte de una proceso histórica, tener una raíz.


La entrada de las religiones orientales, entre ellas el cristianismo, era comprensible. Compartían, además del concepto de “eternidad”, muchos mitos (el fratricidio de Rómulo y Remo/Caín y Abel, el concepto de fundación/ley entregada…). Esto hace que haya un proceso de integración, con tantas otras cosas, en nuestra tradición occidental. Con edicto de Milán y el de Tesalónica, el cristianismo pasa a ocupar el lugar de Religión de Estado, y la Iglesia pasa a ser la fuente de Autoridad, en tanto intérprete del nuevo absoluto, la divinidad. De este modo los ciudadanos que ya no eran iguales en tanto sujetos a derecho común sino en tanto hijos de Dios, y miembros de la Iglesia: la organización política tenía una base divina.

Obviamente la pelea entre autoridad (Papa) y poder (emperador/príncipe) siguió siendo de los conflictos claves de la Edad Media, y que da de un lado la teoría de las “dos espadas” (la superioridad del poder espiritual -al ser el Papa el máximo intérprete de la voluntad divina-) y por otro el cesaropapismo -origen divino de los reyes unificación de poderes en el emperador.

La ruptura de la unidad : la aparición de los Protestantes

La ruptura de la unidad Religiosa del cristianismo provocada por los cismas protestantes es uno de los primeros pasos hacia la aparición el nacionalismo político. Cada nueva rama niega su reconocimiento como igual a la contraria y se reclama como más verdadera y más “religada al origen”. Esto explica importancia del Viejo Testamento en muchas de las nuevas confesiones, y su necesidad de ir a las “esencias”.

Pero también por que sus efectos sientan las bases para algunos los ingredientes necesarios del cóctel:

1- el Tratado de Augsburgo, que establece que cada reino ha de tener igual religión que su soberano -cuius regio, eius religio-. Al que no le gustara, que se fuera del reino (las limpiezas étnicas no son nuevas).Este tratado no solventó el problema, dando lugar a la guerra de los treinta años y a la llamada paz de Westfalia -fruto del primer congreso diplomático moderno- y que para muchos supone las bases del concepto de soberanía nacional. En la práctica este principio supone la ruptura de la “universitas cristiana”.

2.- El tratado de Westfalia stablece el principio de integridad territorial de los estados junto con el principio de no injerencia en los asuntos internos de otro estado, que ya no son un patrimonio hereditario de una familia como en la etapa feudal (recuerde que el nacionalismo es en realidad una teoría sobre las fronteras naturales). También es relevante porque da la puntilla final al papado y al emperador, al proclamarse la independencia de los estados frente a poderes externos.

3.-Esto en la práctica da lugar al inicio del fin del Sacro Imperio Germánico, cuando se fragmenta el poder del emperador. Queda el imperio divido básicamente en tres zonas: Austria-Hungría (Católicos), zona Brandemburgo (Luteranos) y las provincias Unidas (Calvinistas en la órbita francesa). Este declive es definitivo tras la derrota a manos de Napoleón. Por contra Francia emerge como la gran potencia Europea y no sólo política sino también culturalmente. Obviamente a los alemanes no les hizo ninguna gracia.

4,- Otra de las consecuencias el triunfo de la tesis cesaropapista: el soberano lo es por gracia de Dios, y en tanto tal, no está sometido a ninguna ley que no sea la ley divina de la cual, se erige en máximo intérprete. Es paradigmático el caso del Enrique VIII en Inglaterra, cabeza de la iglesia anglicana; si bien en el resto de los países, esta prerrogativa se ejerció de un modo más sutil. En España los reyes tenían el Patronato que en la práctica les permitía nombrar, y supervisar, a la iglesia dentro de su jurisdicción. En suma se acaba con el conflicto autoridad y poder reuniendo ambas categorías en una misma persona, sin que haya límite alguno para su poder (soberano proviene de “super omnia” =sobre todo) , si bien se decía que debía ejercer el poder como un pater familias.

Ilustración y Revolución frente al absolutismo. La aparición de la nación como absoluto alternativo.


La primera característica de la Ilustración es la hegemonía de la razón, el intento de racionalizar el mundo. Esa razón es fundamentalmente una razón instrumental, utilitaria. El progreso en el que se cree es el del triunfo del hombre sobre la naturaleza. Lo universal y común, se impone a lo particular, y, si lo relevante es el individuo, lo será en lo que hay en él de universal (Kant). El derecho natural racionalista, su gran creación, se construye sobre los conceptos de los derechos individuales, el estado de naturaleza, el contrato social, y el concepto de soberanía. La razón que opera en este derecho pretende liberar al hombre de los prejuicios, dogmas etc. El ideal de dominio del hombre sobre la naturaleza se traslada así a su propio dominio, a su propia autonomía y autodeterminación, lo que hace rechazar toda imposición externa (“obra siembre como si tu conducta fuera fuente de una legislación universal”diría Kant).

La revolución Francesa fue la ocasión para poner en práctica toda la teoría de la Ilustración. Ante todo los hombres de letras de la Ilustración debían hallar una nueva fuente de autoridad y poder, ya que como hemos visto la religión, que había sancionado la esfera secular, ya no podía seguir siendo fuente de autoridad ¿a quién situar sobre todos?. El problema es serio porque hasta entonces, el sistema político y jurídico era dado (traditio) y pretendidamente derivado de Dios, de la Biblia y de la Tradición. Así se vieron en la necesidad de buscar un “absoluto” que no podía ser ni el “Monarca Absoluto” ni “Dios”. Este absoluto tenía que cumplir la función de romper dos círculos viciosos : el problema de la legitimidad del origen del poder (que anteriormente era divino y que no podía depender de una asamablea convocada por un Monarca) y el de de obtiene legitimidad la primera ley (Constitución), de la que derivan el resto.

Sieyès rompe el círculo vicioso creando la ficción del poder constituyente,  fuente y presupuesto del poder constituido, al suponer que el poder constituyente se da en lo que el llama  Nación en Estado de Naturaleza”, es decir, previo a la sociedad. En 1789, Sieyès, definía la nación es un conjunto de individuos gobernados por una misma ley y representados por una misma asamblea cuando explicaba el “tercer Estado”. De este modo el nuevo poder constituido no derivaba de una Asamblea y, por otro lado, todas las normas son legítimas al derivar de la "voluntad general". Por tanto el sujeto colectivo es a la vez emisor y destinatario de las normas. De ahí que todo el que no se integra en la nación, quien no es nación, es un enemigo en tanto que se sitúa en su exterior. La nación está legitimada para defenderse de él con contundencia (esta idea toma fuerza Robespierre para desencadenar el período del Terror). ¿os suena? 

En esta ocasión lo compartido no es la etnia o la raza, sino el espacio político que se crea. La nación es así concebida como una realidad voluntaria y creada, netamente mundana, (fíjese que cuando se promulga Declaración de Derechos , esta es del hombre y del Ciudadano, no del francés, por la vocación universalista de la ilustración).

Es preciso destacar que este proceso de creación de un nuevo sujeto colectivo no deja de ser una construcción teórica para encontrar una alternativa a la divinidad. Esto explica el caracter de cuasi culto del nacionalismo. De igual forma la teoría del contrato social (en cualquiera de sus vertientes) no es sino una teoría, ya que, realmente, ni la Nueva Constitución ni los Derechos fueron votados por el país. Quienes los elaboraron fueron unos Estados Generales convocados por otro propósito (la crisis económica y nuevos impuestos, presentar sus Cahiers). Cuando se encontraron bloqueada la posibilidad de tener voz (por la insistencia de la nobleza), se montan una "Asamblea Nacional", que, inicialmente, sigió convencida  que estaba trabajando en el interés del Rey, al menos hasta el discurso de Mirabeau. A mayores,  lo cierto es que los representantes del tercer estado eran fundamentalmente industriales, abogados, etc y no precisamente “malhereux”, es decir, eran una selección burguesa del pueblo.

En suma lo relevante, a efectos del tema que nos ocupa, es que se construye un concepto de nación basado en la participación del pueblo que vía “contrato social” constituye un sujeto político superior -la nación-, que ocupa el lugar del príncipe absoluto , y que constituye el origen y la fuente de todo poder, libre de la sanción religiosa. El Estado absolutista se pone en manos de la recién creada nación para garantizar su ser y su destino: es el Estado nacional. Tan seguros estaban de la novedad que quisieron alterar el orden de los siglos, dando por supuesto que, de igual forma que antes se había dividido el tiempo en Antes de Cristo y después de Cristo, el nuevo “Absoluto” justificaba un “novus ordus Saecularum”, un nuevo punto de partida que marcase para siempre el antes y el después de la revolución.


El nacionalismo alemán, el romanticismo. El nuevo Absoluto: el volkgeist

La revolución francesa fracasó en su principal función: la fundación de un nuevo orden estable de libertad, y al poco de haberse producido, tras el período del Terror, se inicia la dictadura de Napoleón quien termina por coronarse emperador y conquistar media Europa. En este punto recordad que habíamos dejado al sacro Imperio germánico bien dividido tras Westfalia. Las conquistas de Napoleón fueron precisamente la puntilla que disolvió el Imperio. El Imperialismo de Napoleón fue causa de numerosos levantamientos de resistencia, cargados de sentimiento nacional y cariz religioso (al fin Napoleón exportó muchas de las ideas de la Revolución) y finalmente el Congreso deViena -del que Prusia sale beneficiada al ganar amplios territorios-, que si bien acaba con Napoleón, no puede evitar que sigan vivas las dos fuerzas que recien nacidas determinarán el S.XIX: la burguesía liberal y el nacionalismo.

Todo estudiante sabe que el Romanticismo era la oposición pura a la Ilustración, y por tanto, a sus fundamentos (el racionalismo). Lo que prima ya no es lo universal o lo común sino, por reacción, lo particular. Frente a lo eterno lo mutable, lo histórico. Así la historia o la costumbre sustituye a la razón. Aparece la fascinación por lo medieval, lo oriental, lo mágico lo no clásico. Frente al individualismo racionalista surge la idea de la colectividad orgánica, es decir, el sujeto colectivo con vida propia, independiente de los individuos que la forman, con leyes propias y ancestrales, con una misión concreta. Las contradicciones constantes pueden verse en la obra de Hegel cuya filosofía intenta conjugar unidad y diversidad, en una dialéctica perpetua. Hegel distinguía entre naciones con historia (que eran conscientes de su propia existencia y por tanto se habían constituido en Estado) y sin historia, o latentes, y destinadas a ser Estado, porque sólo siendo Estado, podían alcanzar su objetivo. El nacionalismo cultural será potenciado por la interpretación romántica de la historia. A partir del siglo XIX, la historia será “historia de las naciones”. La nación será vista teniendo un pasado propio y específico. Fichte, inicialmente afrancesado, se convertirá en un anti-napoleónico y en un nacionalista alemán defensor del papel de Prusia (no, curiosamente de Austria). En sus Discursos a la nación alemana, postula la subordinación del individuo a la nación, que ya no es un sujeto colectivo creado vía contrato social, sino que se ha convertido en un nuevo Absoluto.

El nacionalismo cultural alemán pues introducirá dos claves fundamentales:

- la idea de que la división del mundo en naciones es algo natural, que es la división natural del mundo y que no respetar esa división nacional es violencia, (no habrá paz hasta que las fronteras de naciones y estados coincidan) De aquí que esa división debe mantenerse en el plano de lo político, es decir, que la nación y el Estado han de coincidir; y que el hombre debe ser gobernado exclusivamente por y con sus iguales culturalmente, y ya hemos visto antes que los que no están dentro de la nación están contra ella. (En su Filosofía de la Historia Hegel afirmaba: “Los pueblos son existencias por sí, y como tales tienen una existencia natural. Son naciones y, por tanto, su principio es un principio natural. Y como los principios son distintos, también los pueblos son naturalmente distintos. Cada uno tiene su principio propio, al cual tiende como a su fin)

- En segundo lugar, el nacionalismo cultural alemán es colectivista. La nación no es una unión utilitaria como en Sieyès, un medio para un fin. Al contrario, la nación un organismo vivo, unificado, inspirado por un alma propia: el Volkgeist -el espíritu del pueblo-. “Es el portador de una herencia y una identidad permanentes. y la fuente de todas las energías y de la vitalidad de ese pueblo. El individuo cobra sentido y realidad en el interior de la nación, y ella es el verdadero sujeto y protagonista de la vida histórica y política”. El viejo  aforismo "extra eclesia nulla salus"-no hay salvación fuera de la iglesia- que exigía la adesión al romano pontífice para la salvación eterna- se transforma en "extra natio nulla salus".

Los extraños compañeros de cama: liberalismo y marxismo

El hecho de que el nacionalismo -surgido como reacción a la ilustración- y el liberalismo -heredero de la propia ilustración- se aliaran, como bien describe Arendt, obedece una estrategia en la lucha contra la restauración monárquica, pero en el fondo, eran visiones totalmente diferenciadas. Para el liberalismo, lo colectivo era el Estado, un bien instrumental, un medio para el fin de la libertad individual. Para el nacionalismo, lo colectivo era la Nación, un bien en sí, con existencia a parte de los individuos, que podía exigir el sacrificio y el heroísmo. No fue la única alianza estratégica que realizó el nacionalismo, porque más tarde, se produjo de facto una alianza entre el nacionalismo y el marxismo, si bien, como denunciaba Rosa Luxemburgo, de nuevo más de carácter estratégico (su primer defensor fue Lenín en el contexto determinado de Rusia) que de fondo, porque para el Marxismo, heredero de la tradición hegeliana, el absoluto no lo constituía la nación sino la clase, que es el verdadero sujeto histórico, la que tiene derechos, objetivos y misión. La nación para el marxismo, es una categoría burguesa mediante la cual se pretende unir artificialmente clases sociales antagónicas, fracturando la clase proletaria, que es una y universal, y debilitando de este modo su fuerza revolucionaria, al crear falsos antagonismos entre los proletarios de diferentes naciones”.

Así las cosas, el nacionalismo siguió evolucionando, y ampliando sus posibilidades. Recordemos que su esencia romántica, le imprimía un gusto por lo medieval, lo histórico pero también por lo mágico y lo telúrico, de ahí que durante el siglo XIX explotó la investigación etnográfica buscando el canto más extraño, en suma cualquier cosa que se saliera de lo normal….tanto que en no pocas ocasiones tuvieron que crear tradiciones porque la realidad era demasiado normal. 

 De esto, de los movimimentos imperialistas (pangermanismo, paneslavismo), y de cómo el darwinismo y el racismo influyeron en el nacionalismo y de dónde viene ese empeño por buscar antecedentes germánicos o nórdicos hablaremos en el siguiente post, y en el último haremos un resumen con argumentos para que puedas discutir con nacionalistas. 
  

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