¿Por qué no soy nacionalista? (I)



Ahora que parece que el culebrón del procés está en vías de finquitarse, (aunque el grado de imaginación demostrado hasta ahora no permite respirar, comprendanme), me parece buen momento usar este blog para dar un repaso al principio inspirador de la revolución sonriente, el nacionalismo. Aquel intento revolucionario como todos los procesos revolucionarios inspirados en la Revolución Francesa, acabará por devorar a sus hijos -parece mentira cuan hasta el pié de la letra están siguiendo el guión-.

Pero ¿qué es o de qué estamos hablando al nombrar el Nacionalismo?. Mejor en primer lugar definir y, luego hacer una evolución histórica del fenómeno, distinguirlo de otras variantes para, una vez con el foco sobre el fenómeno, cuestionarlo. 

Definir el nacionalismo es un ejercicio muy complicado por tantos árboles como crecen en este bosque. Entenderán que en este espacio, lo que corresponde es intentar dar una pincelada, aunque pueda ser, lo sé, gruesa. 

Kedouri dice que es "la doctrina sostiene que la Humanidad se encuentra dividida naturalmente en naciones, que las naciones se distinguen por ciertas características que pueden ser determinadas (objetivamente: raza, lengua, religión)  y que el único tipo de gobierno legítimo es el autogobierno nacional" (soberanía nacional estatal), de lo que se deduce que el nacionalismo pretende suministrar un criterio para la unidad de población adecuada para disponer de un gobierno propio, (...) y para la organización justa de la sociedad internacional". 

De ahí que podamos extraer tres conclusiones iniciales :

  1. las naciones existen, per se, independientemente de sus pobladores (ya sea la española, la catalana o la escocesa). Son "realidades incuestionables", simplemente están ahí. Ahora bien los criterios para determinar qué es una nación , qué hace de ella una realidad incuestionable son tan amplios y dispersos que sus defensores pueden variar pasmosamente de un día a otro. 
  2. En tanto "realidades incuestionables" las naciones deben constituir un estado (estado nación, o estado nacional), o como dice la escuela histórica del derecho, "toda nación está llamada, y por ello legitimada a constituir un estado", es decir, a cada nación un estado. Este sería el requisito necesario para la paz internacional.
  3. Los movimientos en defensa de una lengua o de una cultura determinada, sin otra pretensión estatalizante no entrarían dentro del concepto nacionalismo. 
A esto es, entonces, a lo que se puede llamar nacionalismo: una teoría sobre la búsqueda de realidades nacionales supraindividuales para acto seguido atribuir a esas supuestas realidades de contenido político.

Así los estados no son "contratos sociales", ni deben/pueden tener cualquier extensión territorial, o acoger a cualquier individuo: hay, según esta doctrina, fronteras correctas, y no corresponde al hombre fijarlas puesto que son preexistentes, étnicas, raciales...., es decir  el mapa tribal es lo que ha de determinar el mapa político. El objetivo es, pues, que cada etnia o tribu consiga sus fronteras nacionales: de hecho el objetivo es, básicamente que no existan estados plurinacionales ni naciones repartidas entre estados. Hegel distinguía entre naciones con historia y naciones sin historia, las primeras tenían autoconciencia y estado, las segundas estaban en la prehistoria, y sólo mediante la constitución de un Estado podrían ser verdaderos sujetos. La existencia de naciones así denoniminadas por nacionalistas que, sin embargo, rehúsan este potencial aun conservando elementos distintivos es definida por los nacionalismos como "hibernación", de ahí que cuando la realidad es tozuda, los nacionalistas pretendan "despertar" a la supuesta nación ("esperta do teu sono") o hacerla renacer (renaicenxa, risorgimiento), o levantarla (alzamiento nacional).

En realidad la existencia del fenómeno nacionalista tiene unas coordenadas históricas muy determinadas que luego explicaremos. Baste decir que es absolutamente absurdo hablar de "naciones" no ya antes del sXIX, sino incluso antes de la aparición del Estado Moderno, pues si no hay estado, nadie se plantea el problema de sus fronteras y de si éstas coinciden con los límites de las supuestas naciones.

Hay que reconocer que el nacionalismo ha triunfado al haberse introducido en la forma de percibir la realidad de esta forma a grandes masas de la población. Muchas personas, aún no considerandose nacionalistas, dan por supuesta la existencia de estos entes nacionales y, correlativamente, se muestran comprensivos a sus supuestas aspiraciones (alcanzar un estado). En ese punto ha de verse el intento de lograr un camino intermedio, o  tertium genus, como es la nación de naciones, (que no deja de ser como intentar solventar el conflicto palestino israelí ofreciendo politeismo), sin darse cuenta que la "nación", como la divinidad, no es sino una construcción ideológica, que tiene un origen definido, que tiene una lógica definida y que al fin tiene un programa político determinado. Esto se consigue disfrazándo la lógica de emocion, apelando al sentimiento. Esta apelación a los sentimientos está en la mísma génesis del fenómeno, que surge, como intentaré explicar en otro post, como reacción a la racionalidad del XVIII. De hecho es posible que su expansión se deba a confundir nacionalismo con el sentido de pertenencia, el amor a la lengua materna... ya que el apego a las raíces, (esa necesidad de sentirse coligado a un origen, a unos antepasados, que recuerda tanto a los romano) puede considerarse amplio, casi universal....o no, porque en realidad ese sentimiento, al ser propio de cada ser humano, es experimentado en forma diferente por cada uno de nosotros (yo puedo echar de menos la casa de mi padre, pero ser totalmente ajeno a Playa de las Américas en Vigo, aunque teóricamente sea parte de la misma unidad para los nacionalistas). Otra de las causas de su auge es el dilema igualdad/diferencia en  que nos vemos sometidos desde que los procesos de globalización se han acelerado: es ese enfrentamiento a la diferencia y esa disolución de las antiguas certidumbres identitarias de la modernidad líquida (Bauman) lo que lleva a muchos a una búsqueda permanente de la identidad perdida y vincularla a una supuesta identidad nacional o tribal que nos acoge sin cuestionamiento, por cuanto somos ya socios del club desde el nacimiento.

Esto nos lleva al siguiente punto que sería el concepto de identidad nacional. El tema de los rasgos que son precisos para definir qué es una nación y qué no lo es choca una y otra vez con la puñetera realidad plural humana. Puede ser una apelación a la lengua, a la religión, a la historia, al RH, a la raza (sí, cuando os hablen de rubios con ojos azules... racismo light)  o la adhesión al alzamiento.

Depende de la moda del momento se escogerá este o aquél criterio. Claro que varía porque, al fin, la tozuda realidad es que los seres humanos somos iguales en tanto somos totalmente diferentes -Arendt- y por tanto el agrupamiento de los mismos en etiquetas es coyuntural.  Esta puñetera pluralidad humana que impide definir de forma objetiva y empírica la llamada "identidad nacional" se intenta dar respuesta desde dos perspectivas:
  1. El "redondeo" (Sanchez Abascal) Supongamos que una determinada colectividad se pretende definir por la abunancia de tres factores: rubios (así son el 90%), altos (75%) y con ojos azules (51%). El nacionalismo entendería que, dado que la mayoría reúne estas condiciones, hay base para reivindicar la existencia de un estado para ese 51%. De facto esto convierte al resto, el 49% en una "molestia". No hay más que ver como terminó esto en Alemania.... 
  2. Una segunda vía de escape es ignorar la identidad nacional: la identidad nacional es una "creencia" común, según la cual una nación es un grupo d personas que creen compartir rasgos -obviamente positivos, la seriedad, el diálogo, el europeismo, el trabajo son algunos de los citados en la revolucion de las sonrisas-, lo que no implica que esas características sean suyas en exclusiva (aunque algún irredento así lo piense). Lo interesante aquí es que se renuncia a la base del nacionalismo, la nacion por naturaleza, para pasar de aun nacionalismo autodefinido por la fantasía común o la superstición colectiva, que, además, tampoco permite establecer netamente las fronteras, lo que, recordemos, era en esencia el programa del nacionalismo. Esta segunda fase lleva implícito el concepto de "construcción nacional", que evidencia, de nuevo, que la realidad nacional que se pretende sea reconocida, está en constante construcción, y convierte al movimiento no en despertador de naciones dormidas, sino en constructor de naciones. Si en este proceso de construcción, se nos cuela alguna falsedad, da igual: lo interesante para sus defensores en este sentido no es tanto el apego de la identidad nacional a la realidad empírica sino su consistencia, su función de cosmovisión (esto es la posibilidad de dar una explicación total a la puñetera pluralidad de la realidad, aunque esa explicación sea inventada) 

Para entender más el fenómeno, en el siguiente post os contaré de donde viene todo esto, cómo evolucionó el pensamiento para desembocar en el nacionalismo, desde por un lado Maquiavelo, el Renacimiento y la Ilustración, con Sieyès, Robespierre etc y la rama más étnica que parte de la ruptura de la unidad religiosa, los tratados de Augsburgo y Westfalia, la reacción alemana a la revolución con Hegel, Fichte, el volkgeist etc. y habrá un tercer post recopilando las razones para descartar el nacionalismo.

Cualquier comentario es bienvenido, como siempre.







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